La empatía y la profesionalidad de una farmacéutica y su equipo en Zamora capital, España, se vio empañada por una multa de 200 euros.
La señora mayor que se había indispuesto en la farmacia fue atendida amablemente por los farmacéuticos, quienes le proporcionaron agua, medición de glucosa y tensión, y llamaron al servicio de emergencias del 112. Dos agentes de la Policía Municipal en moto también se presentaron en el lugar por si se necesitaba su ayuda. La mujer finalmente se recuperó y rechazó la ambulancia.
La farmacéutica se ofreció a llevar a la señora a su casa en coche para asegurarse de que llegaba bien a su destino y para evitar que cargara con las bolsas que llevaba. Sin embargo, cuando la farmacéutica dejó a la mujer en su casa y estacionó en la acera durante unos pocos minutos para ayudarla a cargar sus bolsas y llevarla hasta el ascensor, un agente de la Policía Municipal le multó con 200 euros por estacionar incorrectamente.
La farmacéutica no podía creer que uno de los agentes que había aparecido por la farmacia fuera el mismo que la multó. Según la farmacéutica, el agente reconoció haber estado presente durante el episodio cuando ella le explicó lo que había sucedido. La multa no fue la única fuente de indignación para la farmacéutica, sino también la falta de humanidad y empatía del agente.
No hay nada de malo en recibir una multa por estacionar incorrectamente, pero es importante recordar que cada situación es diferente y puede requerir un enfoque diferente. En este caso, la farmacéutica se estaba asegurando de que la señora mayor llegara a casa de manera segura y cómoda. De locos.
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